Mi Historia
Siento decir que Hija de Cóndor nació conmigo, porque todos los caminos que recorrí, todos los fracasos que tuve, todas las experiencias —buenas o malas— me llevaron a este momento exacto.
Cuando me preguntaban qué quería ser de grande, respondía: “pintora”.
Como si mi alma supiera dónde estaría 27 años después.
A pesar de los tropiezos en el liceo artístico, no me rendí. Muchas veces intentaron pintarme la vida de gris: profesores, amigos, compañeros, situaciones… incluso yo misma.
Cuando logras ser tú misma en cualquier contexto, y tener un pensamiento más profundo y menos parecido al resto, asustas. Y entonces harán de todo para achicarte o, peor aún, apagarte.
Pero al Sol no se le apaga. Aunque llueva, está presente; aunque haya nubes, sigue dando luz; y aunque llegue la noche, al día siguiente volverá a salir.
Así que no es porque no lo veas, que no lo tengas dentro de ti.
Mi Sol es, sin duda, mi niña interior: la que sabía perfectamente hacia dónde quería ir.
A pesar de la confusión y la prisa de la adultez.
A pesar de la inseguridad que la sociedad nos impone desde pequeños.
Una inseguridad que, en mi caso y en el de muchos otros, se transformó en depresión y ansiedad: miedo a no poder ser lo que realmente somos, como cuando éramos niños.
Muchos nos dirán que somos diferentes, pero permitámonos corregirlos con la palabra AUTÉNTICOS.
A los esfuerzos invisibles, a los marginados, a la empatía que falta, a la gentileza silenciosa y al miedo que se convierte en valentía, a la nobleza de un corazón puro, a la inocencia de un niño que sueña y a los sueños sacados del cajón.
Con alma y espíritu,
Masiel, Hija de Cóndor
Dedicado a
Gladys

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